He experimentado la indagación activa que se inicia sin una idea concreta de resultado pero sí con un impulso claro de abrirme a aquello que estoy por ver, o casi diría, por reconocer.
Esta es la primera situación que se me hace dificultosa, iniciar algo sin un "para qué" concreto aunque sea mentalmente.
Tampoco recurro a la imaginación activa, en plan decidirme a inventar una imagen que ni siquiera se me ha insinuado (Me interesa descubrir más que inventar).
Me dispongo a abrirme a ella, con desconocimiento previo y sin la certeza de que sabré captar lo que se me presente.
Pero la decisión es la base y la apertura para ver sin pretender, al menos de inicio, es la condición necesaria que a veces todavía me resulta incómoda.
De seguro es así debido a la formación desde mi infancia, en la que todo estaba encaminado a un fin y poco quedaba para el descubrimiento y su desarrollo.
Sea como sea, ilustro este texto, con varias versiones de la obra “12” de la colección “Soñando la ciudad”, que se inició sin pretensiones de iniciarse y que me gratifica con el recuerdo de cómo lucen sus rincones cuando los ando en mi soñar.